Científicos españoles avanzan en la sostenibilidad de forma innovadora desarrollando una proteína artificial capaz de descomponer microplásticos y marcando un hito significativo en la lucha contra la contaminación plástica. Publicado en Nature Catalysis, el estudio fusiona biología y tecnología avanzada mediante inteligencia artificial y superordenadores, reconfigurando mutantes de la fragacetoxina C de la anémona de fresa.
La proteína artificial, ensamblada meticulosamente en nanoporos catalíticos sobre una membrana modelo, demuestra una eficacia de 5 a 10 veces superior a las proteínas convencionales en la degradación de micro y nanoplásticos de PET. Este avance no solo aborda el PET, sino que también abre nuevas posibilidades para la gestión y eliminación de plásticos en general, marcando un paso significativo hacia un futuro más sostenible.
Cada año se producen aproximadamente 400 millones de toneladas de plásticos en el mundo, contribuyendo al cambio climático con un aumento del 4% anual. Entre ellos, el PET, constituyendo más del 10% de la producción global, se desgasta con el tiempo, generando microplásticos y amplificando los problemas medioambientales. Este escenario motivó a científicos del Barcelona Supercomputing Center, CSIC y la Universidad Complutense de Madrid a desarrollar proteínas artificiales que degradan microplásticos y nanoplásticos de PET, reduciéndolos a sus componentes esenciales para facilitar su reciclaje o descomposición.
La ingeniería de proteínas, utilizando métodos computacionales y aprendizaje automático, añade "brazos" a la proteína de la anémona Actinia fragacea. Estos "brazos" funcionan como tijeras, cortando partículas de PET, ofreciendo una solución eficaz y revolucionaria. La flexibilidad de la proteína permite diseñar variantes que descomponen exhaustivamente las partículas para plantas depuradoras o generan componentes esenciales para el reciclaje. Este enfoque innovador fusiona la naturaleza y la tecnología, abriendo el camino hacia un entorno saludable con cero plásticos y destacando el potencial de los métodos computacionales y la biotecnología para abordar problemas ecológicos globales.